La razón principal —pero no la única— por la cual alguien podría necesitar asesoría financiera o de inversión es la carencia de conocimientos suficientes. Si bien un currículo básico está empezando a formar parte de la educación secundaria, el manejo de las finanzas personales ha permanecido ausente del pénsum de estudios de la mayoría de las carreras universitarias. En vista de lo anterior, el autoestudio es el único recurso disponible para la gran mayoría de las personas. Afortunadamente, la cantidad de recursos en línea ha aumentado de forma considerable y la calidad de algunos de ellos es muy buena. Lamentablemente, el autoestudio requiere de tiempo y dedicación, no solo para obtener el conocimiento inicial, sino para mantenerlo actualizado a medida que evolucionan los mercados, el marco legal y las opciones disponibles.
De forma conectada, la siguiente razón es el alto costo de cometer errores cuando se habla de que podrían afectar a una porción importante del patrimonio y a lo largo de muchos años. Si a través de una asesoría competente se pueden evitar o minimizar los errores de gran magnitud, se podrían estar obteniendo ahorros sustanciales que pagarían de sobra el costo de la asesoría.
Otra razón muy importante para obtener asesoría es la posibilidad de ser más disciplinado cuando alguien te está acompañando. Es bastante común que los planes de ahorro, reducción de deuda, e incluso de inversión sean más sostenibles en el tiempo si hay alguien más que esté pendiente de ellos. Del mismo modo, mantener la calma y no alejarse de la estrategia planteada durante situaciones de alta volatilidad en los mercados financieros es un objetivo que también se logra mejor cuando se está acompañado.
El acceso al software especializado y bases de datos que manejan los asesores financieros y de inversión es otra razón para obtener asesoría. La capacidad de mantener registros actualizados y hacer análisis sofisticados de forma rápida y precisa son recursos que un cliente podría no estar en capacidad de hacer o le sería demasiado costoso.
Una razón importante pero poco reseñada es la posibilidad de tener a alguien con quien validar planes y objetivos. Un buen asesor hará un esfuerzo por comprender la situación completa y hacer recomendaciones si observa que algo no se encuentra alineado con los objetivos y con las mejores prácticas.
Por último, los proveedores de productos suelen tener programas de mercadeo y fuerzas de ventas entrenadas para convencer a los clientes que sus productos no solo son los mejores, sino que servirán para satisfacer sus necesidades. La presencia de un asesor fiduciario y de confianza ayudará a moderar estas conversaciones y a seleccionar el producto correcto al mejor precio disponible.
Aquellos clientes que sean conocedores, disciplinados, con recursos adecuados, con acceso a colegas o conocidos con buen nivel de sofisticación, y que sean capaces de buscar y separar los hechos de la ficción en los mensajes promocionales, estarán mejor preparados para obviar el uso de una asesoría especializada.